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viernes, 24 de septiembre de 2010

ENFOQUE BIOLÓGICO

El género humano existe hoy gracias a la capacidad de nuestros antepasados para adaptarse, tanto en lo biológico como en lo actual, a un ambiente cambiante y frecuentemente hostil. Esas adaptaciones han hecho del ser humano el organismo más complejo e intrincado de la tierra. Para comprender nuestro comportamiento hemos de tener en cuenta los factores biológicos que lo afectan.

En 1859 la publicación del libro de Charles Darwin, El Origen de las especies, produjo una revolución en la concepción que el hombre tenia de si mismo, dicha revolución en la concepción que el hombre tenia de si mismo, dicha revolución perdura hasta nuestros días. Darwin no fue el primero en señalar la posibilidad de la evolución de los animales, pero su teoría es la más plausible, la más amplia y la mejor documentada. Para muchos, esa teoría negaba la naturaleza sobrenatural del hombre propuesta por los dogmas cristianos. Darwin afirmo que cada nueva especie evoluciona con el tiempo en respuesta a las condiciones ambientales, en virtud de un proceso denominado selección natural o “supervivencia del más apto”. Ello significa que todo rasgo heredable, sea físico o conductual, será conservado en la especie si aumenta la probabilidad de la supervivencia.
Darwin no dijo que somos descendientes directos de los simios actuales:
Creía que tanto el ser humano como el simio proceden de un ancestro común que vivió en una época muy remota.
La importancia de la evolución va más allá del desarrollo físico. En efecto, de la biología de un organismo dependen sus capacidades conductuales, y de estas dependen a la vez sus supervivencia. Conviene subrayar un hecho importantísimo: en la historia de la especie humana lo que evoluciono fue una conducta eficaz al igual que un cuerpo cambiante. El antropólogo Sherwood Washburn sostiene que, cuando la vegetación empezó a escasear en algunas partes del mundo y, los simios tuvieron que abandonar los árboles y cazar para conseguir carne, la supervivencia fue mas fácil para las criaturas que desarrollaron la locomoción bipedal (capacidad para caminar con dos piernas). El bipedalismo libera las manos y con ello propicia la invención y empleo de mejores armas; la caza, a su vez favorece la organización social. El uso de instrumentos y la locomoción bipedal impusieron otras presiones de selección en varias partes del cuerpo (dientes manos y pelvis), pero fue el cerebro el que sufrió la mayor tensión. Gracias a este tipo de tensiones cerebrales se desarrollaron las facultades cerebrales de importancia esencial para la naciente forma de vida humana: atención, memoria, lenguaje, pensamiento.


En el lapso comprendido entre criaturas semejantes al hombre tan antiguas como Australopitecus (que vivió hace dos millones de años) y el hombre de Neandertal (de hace 75 000 años), el encéfalo triplico su tamaño y crecieron muchísimo los tejidos del cerebro, sede de los procesos mentales superiores. El desarrollo del encéfalo contribuyo al desarrollo de la cultura humana y a la inversa.
El enfoque biológico no solo se ocupa de los factores genéticos y evolutivos, sino que también examina el nexo tan íntimo existente entre su comportamiento y sistema nervioso. Dados los adelantos técnicos de los últimos años, por ejemplo el descubrimiento del genoma humano, tenemos buenas razones para suponer que estamos en vísperas de conocimientos revolucionarios acerca de la dimensión biológica de nuestra naturaleza y sus efectos sobre la conducta.

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